viernes, 31 de mayo de 2019

Una antigua historia de amor


El discípulo lo visitó en el calabozo. Ante la mirada burlona de los carceleros, el joven lloraba y le suplicaba a su maestro que optara por el destierro.
—Podrás vivir.
—Con la vergüenza. No, de ninguna manera.
—Viviríamos juntos. Lejos de todos, donde nadie nos reconozca.
—La vida de un paria no es vida. Te amo. Recuérdame.
Los guardias los separaron.
"¡Cicuta!" reverberó la petición del condenado.

jueves, 16 de mayo de 2019

El perro

Darío miraba de reojo la ventanilla del acompañante: el rastro de baba lo distraía. Volvía sin ese perro hijo de puta. Sentía alivio.
Dejó atrás la autopista y se internó en la ciudad, cargó combustible y llevó el auto a lavar.
Entró sin hacer ruido en la casa de Laura. Desde el pasillo veía los brillos  azules del televisor. Darío imaginó que su amiga se habría quedado dormida mirando una película. Apagó el aparato. No soportaba el parloteo sin sentido de las bailarinas de Tinelli. La estancia oscura, tenebrosa lo alegró. Sin embargo, encendió un velador y la despertó.
—Ya está —anunció.
—¿Se quedó bien?  —preguntó ella con curiosidad infantil.
—Sí —mintió—. Comamos.
Darío sirvió dos copas de vino y le alcanzó los frascos con pastillas.
—Tenés que darle una copia de la llave a tu amiga. Vos estás muy sola. No estás bien…
—… estás acá, ¿no?
—Ya te expliqué: me voy a la costa; vendí mi casa, tengo que desocuparla en la semana.
El hombre carraspeó y calculando el efecto que sus palabras podían provocar, dejó caer:
—Hace tiempo que te noto mal. Cada vez peor. Si existiera un manual para suicidas, creo que uno de los capítulos estaría dedicado a sus mascotas y a cómo se deshacen de ellas antes de dar el paso definitivo.
Silencio.
Tos.
Ella se atragantó con un bocado. Tosió. Tomó agua.
—Vos me encargaste que le buscara un hogar al perro.
—A John. Se llama John. Y no estoy pensando en nada… No es…
—¡Dale!


Darío se fue antes que ella saliera del baño.
Ya se había colocado el pijama y mientras se cepillaba los dientes pensaba lo fácil que había sido manipularla, enfermarla. Cerraba los ojos y recordaba las palabras, sus palabras, pronunciadas por ella como si se le hubieran ocurrido a la desgraciada. Tendría que apurarse a tirarla por la terraza o acabaría saltando sin ayuda. Él ya sabía que el entorno de Laura lo creería lejos, en Mar del Plata. No podía esperar.

9:11


Raúl tenía varios miles de suscriptores en su canal de YouTube, interesados en sus bromas telefónicas.
El último video recibió inmediatamente miles de visitas y comentarios pero, a diferencia de los anteriores, casi todos se centraron en un fenómeno extraño registrado en el minuto 9:11. Rodolfo, el osito de peluche lector que algún fan le ha obsequiado, de pronto giró sobre sí mismo.
Evidentemente el youtuber no se percató en el momento. Sin embargo, han transcurrido ya dos meses y no ha vuelto a subir contenido. Desapareció de las redes sociales.
Dross ya prepara un video para su canal titulado: El extraño caso del youtuber desaparecido.