Espejismo.
Estaba atrapada en un mundo soñado por otra. Tanto que no escuchaba las olas romper en la orilla a escasos metros ni la canción que tarareaba el viento.
Coloqué un señalador en el libro y cerré los ojos un rato. Podía ver el color del sol. Pensaba en Auel y en las maravillosas preguntas que se debió plantear para escribir semejante saga: cómo debe haber sido la experiencia de quien montó por primera vez un caballo; las razones para tal hazaña.
Desperté con un fuerte dolor de cabeza y me incorporé lentamente. Estaba sola en la playa desierta. Intenté calcular cuánto tiempo de luz tendría todavía y al mirar hacia el oeste, descubrí con sorpresa que una silueta oscura se me acercaba a gran velocidad.
Mi mente imaginó cientos de escenas posibles. Me hubiera gustado tener a mano mi libreta para tomar notas. Se me olvidaron las mejores ideas.
Me sumergí bajo las olas. Ella aminoró la marcha y nos miramos. Llevaba las riendas de un majestuoso caballo. Sonreí. La imaginé al lado de Jondalar.
Ella divertida me devolvió la sonrisa. Tal vez pensó que mis amigos eran Sebastian y Flounder.
Interesantísimo
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