viernes, 7 de diciembre de 2018

Veteranos.

Reunidos alrededor del fogón contaban anécdotas de la guerra. Los veteranos despedían el año. Emocionados entonaron a la medianoche el himno nacional.
Uno de ellos, el más jocoso, les hizo notar que ya no estaban en forma.
—Si nos viéramos amenazados y en la necesidad de enfrentarnos a un enemigo, probablemente no entraríamos por la escotilla del tanque —dijo riendo a carcajadas—. Seríamos un blanco fácil.
—Te apuesto lo que quieras —dijo el más robusto señalándole con el dedo— a que no eres capaz de hacer ni cincuenta lagartijas seguidas —lo retó golpeando la mesa con un puño y levantándose de la silla.
Las risas alegres poco a poco fueron apagándose.
—Reto aceptado. Si lo consigo me quedo con tu moto.
—Me parece bien. Pero si pierdes me quedo con las llaves de tu gimnasio.
Todas las miradas se clavaron en el más atlético esperando su respuesta.
—Hecho.
El encuentro se llevaría en horas de la tarde. Por la mañana bien temprano, el flaco, secundado por varios de sus compañeros, comenzaron a entrenar.
A pesar de todo, el robusto se quedó con todo: moto y gimnasio.


4 comentarios:

  1. Hola, Luli

    Quizá la cosa debiera resolverse esa misma noche, más todavía considerando que son veteranos, y que por tanto saben bien que no van a conseguir nada "entrenando" una mañana si el reto es a la tarde.

    Al comienzo, es "el himno nacional a la medianoche", así como está, o ¿el himno nacional, (coma) a la medianoche?

    Un gusto pasar por tus letras.

    Abrazo

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  2. Silvio, muchas gracias por leer y comentar.

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  3. Buen relato Luli. Por mucho que entrenemos nunca llegaremos al esplendor de la juventud

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  4. Gracias, amigo. Me alegran tus comentarios. Nos estamos leyendo.

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