jueves, 22 de noviembre de 2018

Casi un ángel.

—Laura, esto es terrible —me dijo mi exesposo mientras me abrazaba.
No recuerdo habernos abrazado en años. Hacía tiempo que nos habíamos separado. Yo no podía dejar de llorar. Necesitaba aferrarme a algo, a alguien y sin dudarlo, lo rodeé con mis brazos.
—Hiciste una buena elección. Con ese vestido floreado parece un ángel. Y el color de las mejillas… —me hablaba al oído, mirándola por encima de mi hombro.
Al mediodía llegaron sus compañeros con los uniformes de la escuela. Uno a uno se fue acercando al cajón. Me dieron el pésame.
Mis recuerdos de aquel día llegan como diapositivas, imágenes que se suceden lentamente, que resplandecen y resaltan por la negrura del momento.
Estaba al lado del cajón sosteniéndole la mano a mi pequeña. De pronto, murmullos. Se fue corriendo una voz desde la entrada del lugar.
“¡Qué atrevida!” pensé. Era Lucía. Caminaba muy tranquila por el pasillo que le habían formado los muchachos. Mascaba chicle como siempre, con la boca abierta.
—¿Quién es esa? —me preguntó Raúl extrañado.
—Era su novia. ¿No lo sabías? Yo le tenía prohibido que la viera.
—¿Mi niña…?
—Sí.
—¿Y desde cuándo sos homofóbica? —me preguntó aún más sorprendido.
No le respondí.
Ella se acercó con un vaso de agua en la mano. Escupió el chicle al lado de mis pies. Raúl me contuvo. “¡Qué insolencia!”, quería sacarla de allí a patadas.
Vació el contenido del vaso sobre el rostro de mi hija. Fue el colmo. La sujeté de un hombro pero ella logró zafarse. Apoyó sus labios sobre los rojos de mi niña. Un escalofrío me estremeció. Todas las miradas caían ahí. Silencio.
En ese momento escuché una inspiración tan profunda que parecía como si alguien hubiera dejado sin aire la habitación. Llanto. Un milagro.
Mi hija se había incorporado y lloraba. No entendíamos nada.
Un médico me explicó que se había tratado de un estadío conocido como catalepsia.

2 comentarios:

  1. ¡Ups! Un final sorprendente. Y yo también estoy sorprendido con tu creatividad. ¡Aplausos!

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  2. Jajaja. Muchísimas gracias, Osvaldo. Este relato está inspirado en una propuesta de Enrique Brossa pero siempre quise transformar esas clásicas historias heterosexuales.
    Saludos. Nos leemos.

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