jueves, 22 de noviembre de 2018

Una segunda oportunidad.



Evacuaron la ciudad a causa del incendio. Un mendigo quedó atrapado en una iglesia en medio de las llamas. Las vigas del techo caían sobre el altar y los bancos de madera.
Había entrado a hurtadillas buscando comida y algo de vino, ajeno a las noticias.
Lo primero que pensó fue que Dios lo castigaba por haber robado y que ardería en el infierno. Por eso, cuando sobrevivió no pudo comprender.
Varios periodistas lo rodearon para entrevistarlo. Todos querían saber cómo había hecho para escapar con vida. Él los ignoró.  Un hombre con micrófono en mano lo siguió. El acosador se ofreció a comprarle un traje y algo de comida a cambio de una nota en exclusividad. El vagabundo eligió un traje no muy barato. La cena la disfrutó en silencio. Meditaba acerca del significado de su vida, de su salvación. Por fin habló.
—Seguí a las ratas. Ellas me guiaron hacia un sótano. Una vez bajo tierra descubrí ante mí dos caminos. Escogí uno. Lo recorrí durante horas. Tanteaba las paredes estrechas. El suelo que al principio era macizo se fue cubriendo por agua. Nunca me voy a olvidar de este día. Por un momento pensé que acabaría junto a Satanás y al final llegué al paraíso: una cueva con la temperatura ideal, con una cascada y una laguna de agua pura. La luz llegaba desde lo alto. Todo era paz. Ya no tenía miedo.

2 comentarios:

  1. ¡Qué buen relato! Me encantó el desenlace. ”... siguiendo a las ratas" ¡Una genialidad pero muy factible! Los animales presienten el peligro y su instinto funciona mejor que nuestro raciocinio.
    ¡Excelente relato!

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  2. ¡Qué alegría que te haya gustado! Mil gracias por tu comentario.

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