martes, 30 de octubre de 2018

Todo lo que sube tiene que bajar.

   
El tío lo había subido a una nave con la esperanza de no volver a verlo. El destierro era una práctica común en aquellos días: más humana que la pena de muerte. Además, las cárceles estaban repletas.
   Viajaba solo con lo necesario para un año de subsistencia. Por eso resultó impactante su regreso tras cinco largos años. Llegó en la misma nave pero escoltado por otras veinte. Lideraba el grupo. Su velocidad hizo imposible iniciar el Operativo Defensa.
    El tío seguía tiranizando el país: uno de los más poderosos del mundo. Se reunió con los jefes de las fuerzas Armadas. Le recomendaron derribarlos, aniquilarlos.
Un campo electromagnético interrumpió las comunicaciones y ya no era posible monitorear a los invasores.
   El sobrino se presentó como un embajador de poblaciones lejanas, extrañas y poderosas, de tres planetas tan distantes de la Tierra que no eran siquiera observables desde aquí.
  Todas las puertas que se interponían entre él y el dictador fueron derribadas por sus escoltas con apenas unos soplidos. Los valientes soldados lucharon con intensidad. Todo fue en vano. El joven llegó para quedarse. Las reglas cambiarían radicalmente. Su tío y otros como él serían desintegrasdos.

4 comentarios:

  1. Un relato intenso con las descripciones necesarias para mantener la tensión. Muy logrado.

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  2. Muchas gracias por tu comentario, Osvaldo.

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  3. WOW!!! Me encantó...
    Puede ser el comienzo de una gran historia!!! Sos una genia, siempre tan original y creativa!!! Felicitaciones!!!

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